PATRIMOINE

Mythologie de Ataun

Les proverbes anciens comme “Izena don guztie omen da…” (On dit que tout ce qui porte un nom existe) ou “Direnik ez da sinistu behar, ez direnik ez da esan behar » (Il ne faut pas croire qu’ils existent, il ne faut pas dire qu’ils n’existent pas) démontrent la croyance des habitants d’Ataun en la mythologie ; cette question a en effet une grande importance dans le village.

Les habitants vivent de l’agriculture et de l’élevage depuis des temps immémoriaux et, en conséquence, le village est à la merci de la nature. De ce fait, la légende a toujours été un moyen de comprendre l’environnement, d’affronter les processus naturels et les dangers ou de s’en protéger ; elle sert, en l’absence d’autre explication, à apaiser ou à motiver le peuple.

Il est vrai que le village offre un environnement idéal pour cela, à travers ses montagnes, grottes, dolmens et autres. Appartenant à la tradition orale, les légendes ont parfois demeuré inaltérées durant de longues années, et parfois, en revanche, elles ont été profondément modifiées par le bouche à oreille : changement de nom, d’emplacement, etc. Par conséquent, les légendes sont à la fois locales et universelles. Or, dans un monde de nouvelles technologies et d’industrialisation, à mesure que l’habitude de se raconter des histoires s’est perdue, le fil a été rompu dans la grande majorité des lieux que nous connaissons.

A Ataun, en revanche, Joxemiel Barandiaran fit un effort colossal pour qu’il n’en fût pas ainsi. Il offrit son trésor au peuple en couchant sur papier la tradition orale, afin que les croyances ancestrales puissent perdurer. C’est grâce à ce travail que nous connaissons aujourd’hui de nombreux lieux et histoires mythologiques d’Ataun, qui sont présentés chaque année à travers la représentation de l’Arrivée des Jentil (Jentilen Etorrera), à l’occasion des fêtes de la San Martín.

ARRIVÉE DES JENTIL

“Le monde magique recueilli par Joxemiel Barandiaran, représenté par les habitants d’Ataun”.

C’est ainsi que se définit l’arrivée des jentil, d’après l’un de ses créateurs. Ce projet mettant en scène les Jentil apparut en 1981 dans le but d’attirer les gens aux fêtes du quartier de San Martín. En effet, on appelle souvent « jentil » les habitants d’Ataun et d’Aia et, en outre, le village regorge d’histoires sur les jentil. Mais ces derniers ne sont pas les seuls protagonistes : seigneurs des bois, sorcières de Sanmartintxiki et autres lamia sont aussi de la partie…

Chaque année, une légende située aux environs d’Ataun est racontée, afin de faire connaître les différents personnages et de plonger le village dans le monde de la mythologie. Ainsi a-t-on raconté l’histoire du dernier jentil, celle du drap doré de la ferme Agerre, la légende de Torto de Muski, le secret du blé, l’histoire de la jeune fille d’Arbeldi qui tomba dans la grotte d’Agaramunda et bien d’autres encore. Le dimanche des fêtes de la San Martín (11 novembre), à six heures du soir, on allume des feux dans la montagne et on éteint l’éclairage public, pour faire place à un spectacle qui unit passé et présent. Les jentil sont arrivés au village. De la place San Martín sortent le maire, le curé et le gendarme en représentation du peuple ; un crieur à leur tête, ils rejoignent à Iztator les jentil, sorcières et autres personnages provenant de Jentilbaratza et présentent un spectacle dans la salle polyvalente d’Auzoeta.

Route de nuit de mythologie

Nous entrons au cœur d’Ataun et dans la région où Joxemiel Barandiaran a vécu.

Le long du sentier nous accompagnerons de personnages de la mythologie basque. Pour cela, nous compléterons la visite entre le musée Barandiaran et la place Saint-Martin. Un fantastique parcours de 3 kilomètres rempli de surprises. C’est un parcours accessible à toute personne habituée à se promener sur un sentier.

Pour acheter des billets et des informations sur les événements, consultez le portail de l’Association Jentilbaratza

LÉGENDES DANS LES CHEMINS MYTHOLOGIQUES


Route Barandiaran
Introduction à la mythologie d’Ataun

Se dice que los gentiles construyeron la iglesia de la plaza. Según parece los cristianos comenzaron a construir la iglesia en la ubicación actual del cementerio. Pero por la noche los gentiles de Jentilbaratza bajaban todas las piedras acumuladas durante el día por los cristianos a un lugar junto al río, donde se encuentra la iglesia actual Una noche una mujer de Zaindegi se puso a espiar desde la ventana para ver quién bajaba las piedras al río. Un gentil trabajaba con sus bueyes y al pasar junto a Zaindegi le dijo: Arre blanco, arre colorado, A esa mujer que espía El ojo izquierdo vacía. Desde entonces la mujer quedó tuerta. Y todos se quebraron a la voluntad de los gentiles y ayudaron a construir la iglesia en su ubicación actual.

Como muchos otros en todo el mundo, cierto día el dueño de Sanztegi cultivaba la tierra con sus bueyes.

De repente los bueyes se le escapan hacia el pozo Lamiñosin, con arado y todo. Y del pozo sale una lamia con el cabello enredado en los dientes del arado.

Entonces el hombre dice a la lamia que él la mantendrá y que vaya con él a su casa. Y allí va la lamia, obedeciendo al hombre. Pero por mucho que lo intentara no podía articular palabra. Una noche, el hombre puso la leche a cocer y se fue a la cuadra dejando a la lamia sola en la cocina. Cuando la leche comenzó a desbordarse la lamia se escapó por la chimenea gritando « lo blanco sube », dejando su peine en la cocina.

Al día siguiente la lamia regresó y llamó a la señora de Sanztegi:

Señora Geaxi;
Devuélvame mi peine;
De lo contrario haré perder;
Su futura descendencia.

Entonces Geaxi acudió a su confesor para saber qué debía hacer y éste le dijo que pusiera el peine de la lamia sobre un palo largo. Así hizo Geaxi, y llamó a la lamia. Vino, cogió el peine y se esfumó partiendo el palo en dos. Y colorín colorado, esta historia se ha acabado.

En cierta ocasión un gentil que vivía en la cueva de Muski atrapó a un cristiano. Y para que no escapase de la cueva le colocó en un dedo de la mano un anillo mágico que gritaba « estoy aquí, estoy aquí ».

Un día el cristiano se escondió entre las pieles de oveja acumuladas por el gentil. Como oía el grito del anillo bastante lejos, pensó que podía provenir de lejos y abrió la puerta saliendo de la cueva. Entonces, el otro salió de las pieles, echó a correr y se alejó de allí en un santiamén.

Pero el gentil escuchó el grito del anillo y echó a correr tras él. En vista de la situación el cristiano se rindió pero pensó que podía cortarse el dedo del anillo y tirarlo al río Mekolalde; y así fue. El gentil, al escuchar que los gritos del anillo llegaban del fondo del río, saltó y se ahogó en él. (Tartalo)

Javier de Arratiñea, un joven vanidoso, acudió una noche a Urretxu, a pasar un buen rato. En aquella época todas las muchachas de la zona se juntaban en Urretxu para tejer.

Tras divertirse en el pueblo Javier se hizo pasar por cura y dio una castaña cocida a cada una en forma de comunión.
Posteriormente comenzó a decir que se iba a casa y las muchachas no le querían dejar partir diciendo que había cometido un gran pecado y que temían le ocurriera alguna desgracia. Pero Javier era muy vanidoso y partió hacia casa.

De vuelta hacia Tellerietxe, en el bosque de Laioa vio toros mitológicos (zezengorris) que se dirigían hacia él. Asustado, el muchacho echó a correr y llamó a la puerta de Tellerietxe. Pidió un perro y regresó a su camino tentando al perro con una torta de maíz. Entonces se le apareció un toro mitológico de fuego dirigiéndose hacia él por Laica. Pero mientras el perro estuviera a su lado no le daba miedo.

Pero para cuando llegó junto a Lauztiazpikoa, al punto donde se toma la desviación hacia Arratiñea, la torta se le había acabado y el perro dio media vuelta hacia Tellerietxe. Entonces, los toros mitológicos aparecieron de nuevo. Javier corrió como nunca lo había hecho antes y entró al caserío Arratiñea por los pelos.

Esa noche las vacas del caserío Arratiñea no tuvieron tregua. Se oyeron rugidos, ruidos de cuernos y yugos.

En cierta ocasión los habitantes del caserío Artzate construían un depósito para producir cal y los gentiles gritaban desde la cima de Iruzuloeta. Y desde abajo les respondieron:

– Más os valdría bajar y ayudar en lugar de seguir gritando.

Los gentiles, al oírlo, tomaron un martillo enorme, desmesurado, y lo lanzaron desde arriba, destruyendo todo el depósito.

Javier de Arratiñea, un joven vanidoso, acudió una noche a Urretxu, a pasar un buen rato. En aquella época todas las muchachas de la zona se juntaban en Urretxu para tejer.

Tras divertirse en el pueblo Javier se hizo pasar por cura y dio una castaña cocida a cada una en forma de comunión.
Posteriormente comenzó a decir que se iba a casa y las muchachas no le querían dejar partir diciendo que había cometido un gran pecado y que temían le ocurriera alguna desgracia. Pero Javier era muy vanidoso y partió hacia casa.

De vuelta hacia Tellerietxe, en el bosque de Laioa vio toros mitológicos (zezengorris) que se dirigían hacia él. Asustado, el muchacho echó a correr y llamó a la puerta de Tellerietxe. Pidió un perro y regresó a su camino tentando al perro con una torta de maíz. Entonces se le apareció un toro mitológico de fuego dirigiéndose hacia él por Laica. Pero mientras el perro estuviera a su lado no le daba miedo.

Pero para cuando llegó junto a Lauztiazpikoa, al punto donde se toma la desviación hacia Arratiñea, la torta se le había acabado y el perro dio media vuelta hacia Tellerietxe. Entonces, los toros mitológicos aparecieron de nuevo. Javier corrió como nunca lo había hecho antes y entró al caserío Arratiñea por los pelos.

Esa noche las vacas del caserío Arratiñea no tuvieron tregua. Se oyeron rugidos, ruidos de cuernos y yugos.

Route Berrenoa
Suivre les traces des sorcières

El puente de Mandaibieta debía ser el punto de encuentro de las brujas en Ataun. Dicen que se juntaban cada noche allí, y en lugares apartados de los montes, desde medianoche hasta que cante el gallo.

Un arriero de La Barranca navarra solía venir a Ataun a vender sal. Iba de casa en casa ejerciendo su profesión.

En cierta ocasión que volvía de Ataun a casa se le hizo tarde y oscureció estando él en el bosque. Y en vista de la situación decidió detenerse en la campa de Berrenoa, quizá en un punto conocido como Dantzaleku.

Ató el burro en un lado y él se tumbó a pasar la noche en una loma de la campa, sin miedo alguno a las bestias del bosque.

Estando allí escuchó las voces de un grupo de personas hablando y le pareció que venían a la loma de Berrenoa.

Las brujas llegaron enseguida, era un grupo grande, y se pusieron a bailar con gran estruendo y frenesí.

Un rato después apareció Maripetraliñ y tomó a una mujer y la colocó junto a ella en un haya. Y le dijo:

– ¿Sabes que la hija de los reyes está enferma, a punto de morir?

– Yo no-le respondió la otra.

– No saben por qué está así.

– ¿Por qué?

– El domingo pasado la muchacha estaba en misa y cuando recibió la hostia sagrada se le cayó un trozo y se escurrió por una ranura de la losa fúnebre inferior. Ahora la tiene un sapo en su garganta, sin poder tragarla. Si se la quitasen al sapo, la limpiaran en alguna fuente y la dieran a tragar a la enferma sanaría inmediatamente.

El gallo cantó poco después y las brujas se alejaron rápidamente.

Route Jentilbaratza
Les Jentiles surveillent

Se dice que los gentiles construyeron la iglesia de la plaza. Según parece los cristianos comenzaron a construir la iglesia en la ubicación actual del cementerio. Pero por la noche los gentiles de Jentilbaratza bajaban todas las piedras acumuladas durante el día por los cristianos a un lugar junto al río, donde se encuentra la iglesia actual

Una noche una mujer de Zaindegi se puso a espiar desde la ventana para ver quién bajaba las piedras al río.

Un gentil trabajaba con sus bueyes y al pasar junto a Zaindegi le dijo:

Arre blanco, arre colorado,
A esa mujer que espía
El ojo izquierdo vacía.

Desde entonces la mujer quedó tuerta. Y todos se quebraron a la voluntad de los gentiles y ayudaron a construir la iglesia en su ubicación actual.

En cierto tiempo vivía en Jentilbaratza un gentil muy fuerte: dominaba a todos los demás gentiles.

Pasaba su tiempo dando vueltas de Jentilbaratza a Leizadi y de Leizadi a Jentilbaratza. Y cierto día se le ocurrió bajar donde los cristianos para comprobar si había algún hombre con quien pelear.

Se dirigió hacia Lazkao y en el camino se encontró con un muchacho de catorce años. Le preguntó si él era un hombre. « Aún no soy hombre, soy demasiado joven » le respondió el muchacho.

Tras pasar Lazkao se encontró con un anciano en el camino hacia Senpere y le preguntó también si él era un hombre. El anciano le respondió que él ya estaba de vuelta pero que en la ferrería de Beasain encontraría hombres hechos y derechos.

El gentil se dirigió directamente a la ferrería de Beasain y preguntó si había hombres allí. Y salió un cristiano herrero. Y entonces el gentil le dijo: « Si hay algún hombre capaz de doblarme la zarpa, que salga ».

El herrero respondió que sí, « espera a que salga yo con dos dedos ». Así, cogió al gentil con unas tenazas enrojecidas en el fuego y le cortó la nariz.

El gentil regresó a Jentilbaratza gritando y sus amigos le preguntaron sobre qué le había pasado. « Los cristianos tienen malas artes », respondió. Y desde entonces los gentiles temen a los cristianos.

En el pasado vivían gentiles en Jentilbaratza. Muchas noches bajaban al caserío Agerre a jugar a cartas, hasta que el gallo cantase al amanecer.

En cierta ocasión el dueño de Agerre enfermó y acudía a la iglesia a recibir los sacramentos. Cuando los gentiles lo supieron, aunque no fueran cristianos, bajaron la sábana dorada a Agerre y vistieron la cama con ella para que el enfermo recibiera los santos sacramentos.

Según parece los de Agerre deseaban quedarse con la sábana dorada y la clavaron a la cama e incluso obligaron al gallo a cantar.

Cuando los gentiles oyeron el canto del gallo tiraron de la sábana y se fueron corriendo, pero un trozo de la sábana quedó pegado a la cama y los gentiles lanzaron una maldición: que mientras Agerre fuera Agerre en aquella casa no faltarían enfermedades o discapacidades. Y desde entonces siempre ha habido algún enfermo en Agerre.

 

Route Sarastarri
Les secrets de la grotte

La cueva de Armontaitz se encuentra en los montes de Leizadi, sobre el caserío Aiarre. Por las noches el pastor del caserío Mendiurkullu guardaba sus ovejas en esta cueva. Por las mañanas la entrada embarrada de la cueva solía amanecer llena de huellas que indicaban la presencian de gentiles en el lugar.

Un grupo de carboneros que trabajaba en las proximidades de Sarastarri sacaba el agua necesaria del pozo existente en la cueva. Cierto día un joven carbonero acudió a la cueva a coger agua con su propia jarra; pero volvió a la cabaña asustado y sin agua.

Entonces, el jefe de los carboneros fue a la cueva pero también volvió asustado y sin agua en la jarra. Los dos decían lo mismo: que en la entrada de la cueva habían visto una bella y esbelta joven peinándose el cabello; era la propia Madre Tierra, venida a Marimundu de Agaramunda, y que habían huido pensando que un espectáculo tal en un lugar como ése no era buen presagio.

Tres hermanos del caserío Imatzenea subieron al monte con sus ovejas en viernes santo, a la majada de Ubegi. Estando en las proximidades de la cueva de Ubegi salieron tres toros mitológicos (zezengorri) de la cueva y se dirigieron hacia ellos.

Los tres hermanos, asustados, huyeron hacia la cima Agautz con los toros mitológicos detrás. Uno de los hermanos murió en el paso Aldatsa de Agautz; el segundo en el entorno de Erremedio; y el tercero consiguió llegar a casa pero murió a los pocos días.

 

En la época en que los gentiles vivían en una cueva de Leizadi apareció entre las nubes una estrella tremendamente bella. Al ver una estrella así los gentiles estaban absolutamente aterrorizados porque eran incapaces de comprender qué iba a suceder en el mundo.

Entonces, sacaron delante de la entrada a un viejo gentil medio ciego que vivía dentro de la cueva y con la ayuda de una pala o paleta le abrieron los ojos con la esperanza de que él comprendiera lo que veía. Y en cuanto la vio gritó: « Ah, hijos míos: ha nacido Kixki, ¡desde ahora estamos perdidos! ¡Echadme barranco abajo! ». Y así murió el anciano gentil.

Posteriormente, cuando la cristiandad comenzó a expandirse por el mundo los gentiles se dispersaron y se perdieron enseguida.

LÉGENDES À TRAVERS D’ATAUN

GENTILES

Los gentiles, es decir, los vascos de la era precristiana, son gigantes y fornidos. Viven en el monte y lanzan grandes piedras a sus enemigos. Ellos construyen, por ejemplo, los menhires (piedras de gentiles) y crómlech (huertas de gentiles), así como numerosas iglesias, puentes y casas del País Vasco. También se les conoce como Mairuak. Conocen la agricultura antes que nadie y han enseñado muchas cosas al ser humano. Este tipo de seres tiene gran difusión en la mitología indoeuropea.

LAMIAS

Las lamias son bellas criaturas con aspecto de mujer y que suelen estar en ríos. Tienen una pata de pato o cabra, peinan su cabello con un peine de oro y embelesan al ser humano. Aparecen también en la mitología griega y romana.

TÁRTALO

Tártalo es un ser malvado con un solo ojo. Vive en cuevas y atrapa y devora a jóvenes. Su origen son los cíclopes de la mitología griega.

BASAJAUN (o el señor del bosque)

Su propio nombre define quién era: El señor del bosque. Es alto y fuerte y el cabello le llega hasta las rodillas. Además de cuidar el rebaño, avisa a gritos al pastor cuando se acerca una tormenta. Protege al ganado frente a los lobos y cuando está cerca las ovejas mueven sus cascabeles.

BRUJAS

Por la noche las brujas de noche celebran unas reuniones llamadas aquelarre. Con frecuencia adoptan forma de gato, burro o bestia y generalmente les falta alguna parte del cuerpo (mano, pierna o cabeza). Entre los siglos XV y XVII se celebraron muchos juicios contra brujas en el País Vasco y en los mismos se mezclaban creencias populares, religión, disputas vecinales y política.

MARI

Mari es la reina de las diosas. Generalmente se representa con cuerpo y rostro de mujer, elegantemente vestida (normalmente de rojo). También aparece como árbol, águila, vaca o mujer de fuego. Sugaar es su pareja. Vive en cuevas de muchos montes (Larrunarri, Murumendi…)

ZEZENGORRI

Zezengorri es un ser que vive en cuevas. Adopta forma de vaca o toro y protege las moradas de Mari. Hay personas que creen que es la propia Mari. Cabe destacar que el toro ha sido muy importante en toda la cultura del sur de Europa.

SUGAAR

SugaarMari jainkosaren senarra da. Suge itxura eta ekaitz eta trumoiekin harreman estua du. Besteak beste, gurasoei kasu egiten ez dieten seme-alabak zigortzen ditu.

GAUEKO

Gaueko es el señor de la noche y no permite al ser humano trabajar de noche.Gaueko atrapa y se lleva a los jóvenes que suelen realizar proezas y apuestas por la noche.

ZOZOMIKOTEAK

En varios pueblos de Gipuzkoa y Navarra se denomina Zozomikoteak a los dos últimos días y medio de marzo y a los dos primeros días y medio de abril. Se trata de la época en la que los tordos comienzan a construir su nido.

Dice la leyenda que las 7 vírgenes negras existentes en Gipuzkoa salieron de la ermita de San Sebastián ubicada antiguamente en la zona de Umarki y se dispersaron por toda la provincia.

Antón el sacristán acudió a Ordizia en cierta ocasión.

Por la noche, de vuelta, en el entorno de Umarki le salió un burro que caminaba delante de él.

Antón el sacristán quería subir al burro, y lo hizo.
Cuando llegaron al paraje de Urkuola el burro se dirigía hacia Urkuola y el sacristán, por el contrario, quería continuar hacia arriba.

No podía aguantar más la actitud del burro y le clavó un cuchillo en el lomo.

El burro se escondió en Urkuola con cuchillo y todo y el sacristán siguió a pie hasta su casa.

Enseguida acudió el vicario diciendo que debían ir a Urkuola a dar los últimos sacramentos.

Vicario y sacristán partieron hacia Urkuola. Había una anciana enferma.

Cuando vio al sacristán la enferma se giró hacia el otro lado y no quiso confesarse.

Al final vicario y sacristán salieron de allí sin dar los últimos sacramentos.

De camino a casa el sacristán contó al vicario lo que le había sucedido anteriormente cerca de Urkuola.

Entonces el vicario comprendió por qué la enferma no había querido ver al sacristán y qué enfermedad tenía y regresó de nuevo a Urkuola; pero solo. Y entonces aquella mujer se confesó y luego murió.

El río Agauntza tiene un pozo cerca del caserío Berrarain, pozo llamado Lamiñosin. En cierta ocasión un hombre caminaba por el entorno y se le acercaron dos lamias. Una le dijo a la otra:

– Elakio, elakio (agárralo, agárralo)

Y la otra respondió:

– Agárralo tú. Éste lleva ahí a su Madre, ruda y apio (se utilizaban manojos de ruda y apio como amuletos).

Allí donde pegan los primeros rayos de sol de la mañana de San Juan hay oro guardado en un odre de buey; por ejemplo, en el muro de Urrezulo.

Las cuevas ubicadas en el mallo de Artzateaitz, y sobre todo las dos más próximas al caserío Artzateberri, las abrieron los gentiles a mordiscos. Y los nogales ubicados delante de las cuevas también fueron plantados allí por los gentiles.

En Ataun se dice que por la noche no se puede dar tres vueltas a la casa, pero sí con un ramo de laurel en la mano. Todas las noches un grupo de mujeres se reunía en el caserío más próximo a Erremedio para tejer.

Una noche una de ellas, llamada Kattalin, apostó al resto que daría tres vueltas al caserío. Y dio dos vueltas pero al dar la tercera desapareció. Un tiempo después se oyó la siguiente frase en Kattalinzubi: Kattalin, el Diablo te ha llevado. Y nunca más se supo de Kattalin.

Serpiente. En la zona de Ataun se dice que atraviesa el cielo en forma de media luna de fuego, precediendo a la tormenta. Se cree que vive bajo tierra y que sale a la superficie por la cueva de Agaramunda, por Sugaarzulo de Kuutzegorri o por Sugaarzulo de Arrateta. La serpiente castiga la desobediencia a los progenitores. (Sugaar)

Se dice que sobre la loma de Artzate, en medio de las rocas Gurutzeberri y Azpildi, opuestas entre sí, pasaban caballos de fuego, inenarrables, frente a Sugaarzulo; dicha cueva está sobre el barranco y junto a un estrecho camino que serpentea a través de la roca.

Se dice que hay un odre de buey repleto de oro en Erreberentzileku, en una falda junto a la iglesia de San Gregorio; pero está tan poco profundo que sería posible desenterrarlo con la pezuña de una cabra. También se esconde otro odre de buey en el promontorio entre los caminos de Larburu y Urkullaga, tan arriba que puede ser desenterrado con una pezuña de oveja.

Según los ancianos de la parroquia de San Gregorio en una rogativa de agua alguien mojó la imagen del patrón al pasar por la fuente de Gomensoro e inmediatamente cayó una tromba de agua tal que para cuando llegaron a la iglesia las personas participantes estaban empapadas.

En la parroquia de Aia, en una rogativa con la imagen de Santa Isabel mojaron la imagen en la fuente entre los caseríos Aiarre y Aiaetxeberri y para cuando llegaron a la iglesia estaba lloviendo; pero se dice que llovió tanto que se llevó mucha tierra y provocó muchos daños en la cosecha.

Mateo Txistu, condenado a vagar sin descanso por el mundo, seguido por sus perros, como castigo a su excesiva afición a la caza.

El cura que no ha vuelto, y no volverá, se fue con sus perros tras una liebre dejando la misa a medias. Nadie lo ha visto aún, pero por lo que dicen muchos suelen oír su silbido y el ladrar oscuro de sus perros, siempre igual, por nuestros bosques y montes.

En una ocasión una mujer del caserío Tellerietxe vio las sombras del cura y sus perros a la luz de la luna invernal; pero nadie les ha visto.

En el pasado un grupo grande de hilanderas se juntaba todas las noches en el caserío Lauspeltz. Una de esas noches una de las muchachas dijo: « a que traigo agua de la fuente del monte junto al caserío Iturriotz » y las demás empeñadas en que no, por lo que hicieron una apuesta. Así, la muchacha cogió un recipiente y se dirigió hacia la fuente mientras las demás permanecían en la entrada de Lauspeltz bajo la luz de la luna.

De vez en cuando le gritaban “¿Dónde estás?” y ella respondía: « En tal sitio ». Pero, de pronto, las respuestas cesaron.

Al poco tiempo llegó una ráfaga de aire a la entrada de Lauspeltz y alguien dijo:

La noche para los nocturnos y el día para los diurnos.

Nunca más se supo de la muchacha. (Gaueko)

En un lugar llamado Arbotxota, en Ataun, cerca de los caseríos Iturriotz, había una gran roca; se decía que no había que tocar la roca sin estar bendecido. Se dice que la lanzó el genio o ser llamado Sugar desde la cima del monte Muski.

En una casa del barrio de Aia tenían como criada a una joven muchacha de San Gregorio. Todos los días festivos bajaba a casa de sus progenitores y luego, al atardecer del domingo regresaba a Aia, totalmente perezosa. Prefería estar en su casa que trabajar como criada. Su madre le regañaba con frecuencia por ello.

En cierta ocasión, en uno de esos atardeceres de domingo, la madre le maldijo gritando que saliera hacia Aia ya que iba tarde, como siempre. Y la muchacha partió hacia Aia llorando, subió atravesando Agaramunda. Cuando llegó a la cueva de Agaramunda subió al avellano situado sobre la entrada de la cueva ya que quería recoger las avellanas.

Pero desgraciadamente la rama se rompió y la muchacha cayó al interior de la cueva. Vecinos y familiares pasaron días buscándole pero no encontraron rastro de ella. Posteriormente se encontró un dedo de la muchacha, con su anillo, bajo el puente de Arbeldi, y según otras fuentes fue en la cocina de Andraleize.

Cierto año un pastor estaba muy enfadado por el mal tiempo habido en marzo.  El último día del mes el pastor espetó a marzo: “Ah, marzo, marzo, te deseo lo peor”.

Entonces marzo pidió a abril: “Abrilcillo, abrilcillo, dame dos días y medio para las cien ovejas y el carnero perdidos por el pastor”. Y abril le concedió dos días y medio. Y esos días marzo trajo una tormenta tremenda y una tromba de agua hizo desaparecer a todas las ovejas en la cueva de Ubegi.

El pastor se agarró al carnero pero el cuerno se le metió en el ojo y lo perdió. Desde entonces los dos primeros días y medio del mes de abril suelen ser de mal tiempo. (Zozomikoteak)

Con ese nombre se conoce a los temibles personajes que viven en las cuevas de Marumendi. La población les tenía miedo porque todo aquél que se acercaba al lugar desaparecía. Se dice también que robaban cabezas de ganado. En Ataun se conocen dos cuevas llamadas Mauzulo.

Hace unos años una joven gentil bajaba al caserío Erroiondo a hilar con las jóvenes del pueblo. En cierta ocasión una joven le habló de forma maleducada y desde entonces no ha vuelto.

Los gentiles vivían en al menos dos lugares de Aia: en Armontaitz y Aiaiturrieta.

La mujer gentil de la cueva Armontaitze situada en la parte alta de Aia, llamada Zirpizirbi, acudía al caserío Aiarrezar a ayudar a sus moradores en la escarda de maíz del campo llamado Kixkarre.

Por la mañana se veían huellas de gentil por doquier; indicios de la actividad habida durante la noche. En una ocasión en que estaban trabajando un gentil de Aiaiturrieta gritó diciendo: ha muerto Zirpizarba. Zirpizirbi bajó inmediatamente a Aiaiturrieta.

Al día siguiente Zirpizirbi, cuando fue a Aiarre, comentó que Zirpizarba había muerto.

En cierta ocasión un navarro cambió el mojón de Irumugata de un lugar a otro: al morir, vagaba por las proximidades de Irumugata gritando:

Mojón de Irumugata,
Perdición de mi alma.
¡Dónde dejarte! ¡Dónde dejarte!

Y de repente otro navarro le contestó: déjalo en el lugar del que lo sacaste. Desde entonces ya no se oye nada.

Dicen que en la cueva de Askoa vivía un señor del bosque (basajaun). Éste se juntó con un grupo de carboneros de Ataun. Uno de los carboneros, tras hacer un agujero con su hacha en un tronco, pidió al señor del bosque que metiera las manos, sujetando el hacha por dentro, y la pasara así al otro lado.

El señor del bosque hizo como le pidieron pero el carbonero sacó el hacha cerrando la abertura del tronco y atrapando las manos del señor del bosque en el tronco.

Los carboneros bajaron al señor del bosque al pueblo, para que la gente lo viera, y posteriormente le soltaron, pero al poco tiempo el carbonero desapareció sin dejar rastro.

En un tiempo un pastor vivía en una choza de Leizadi. Todos los días, para cuando tenía preparado el brebaje un joven gentil bajaba de la cueva de arriba, se sentaba en un asiento de piedra y se lo bebía todo.

En cierta ocasión el pastor le contó lo sucedido a un amigo y éste le dijo que para cuando bajara el gentil tuviera el asiento al rojo vivo.

Y así fue, al día siguiente hizo lo que le recomendó su amigo. Y el gentil llegó justo después de que el pastor sacara el asiento de piedra del fuego. Se sentó en el asiento como siempre pero enseguida comenzó a gritar y huyó.

Al oír sus gritos los padres del gentil salieron al exterior de la cueva y preguntaron a su hijo: “¿Quién ha sido? ¿Quién ha sido?”. “Yo a mí mismo, yo a mí mismo”. “Esto le habrá venido bien a ese pastorcillo de ahí”, dijeron, y dieron el tema por zanjado.

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